BICENTENARIO NACIMIENTO: EDGAR ALLAN POE

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Poesía (en inglés)

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Poesía francesa

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Poesía mexicana del siglo XX

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Reseñas bibliográficas

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Sesenta ensayos sobre escritoras hispanoamericanas

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Sitio sobre poesía concreta, caligramas, etc

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Taller literario del Hijo del cuervo

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Textos sobre la Conquista de América

http://www.uni-mainz.de/~lustig/texte/antologia/antologi.htm

The Internet poetry archive

http://sunsite.unc.edu/dykki/poetry/home.html

Vicente Duque, novelas ilustradas en línea

http://www.epm.net.co/coloria

Voice of the Shuttle

http://humanitas.ucsb.edu/

  • anton chejov, gran cuentista ruso

    Anton Chéjov


    El talento

    El pintor Yegor Savich, que se hospeda en la casa de campo de la viuda de un oficial, está sentado en la cama, sumido en una dulce melancolía matutina.

    Es ya otoño. Grandes nubes informes y espesas se deslizan por el firmamento; un viento, frío y recio, inclina los árboles y arranca de sus copas hojas amarillas. ¡Adiós, estío!

    Hay en esta tristeza otoñal del paisaje una belleza singular, llena de poesía; pero Yegor Savich, aunque es pintor y debiera apreciarla, casi no para mientes en ella. Se aburre de un modo terrible y sólo lo consuela pensar que al día siguiente no estará ya en la quinta.

    La cama, las mesas, las sillas, el suelo, todo está cubierto de cestas, de sábanas plegadas, de todo género de efectos domésticos. Se han quitado ya los visillos de las ventanas. Al día siguiente, ¡por fin!, los habitantes veraniegos de la quinta se trasladarán a la ciudad.

    La viuda del oficial no está en casa. Ha salido en busca de carruajes para la mudanza.

    Su hija Katia, de veinte años, aprovechando la ausencia materna, ha entrado en el cuarto del joven. Mañana se separan y tiene que decirle un sinfín de cosas. Habla por los codos; pero no encuentra palabras para expresar sus sentimientos, y mira con tristeza, al par que con admiración, la espesa cabellera de su interlocutor. Los apéndices capilares brotan en la persona de Yegor Savich con una extraordinaria prodigalidad; el pintor tiene pelos en el cuello, en las narices, en las orejas, y sus cejas son tan pobladas, que casi le tapan los ojos. Si una mosca osara internarse en la selva virgen capilar, de que intentamos dar idea, se perdería para siempre.

    Yegar Savich escucha a Katia, bostezando. Su charla empieza a fatigarle. De pronto la muchacha se echa a llorar. Él la mira con ojos severos al través de sus espesas cejas, y le dice con su voz de bajo:

    -No puedo casarme.

    -¿Pero por qué? -suspira ella.

    -Porque un pintor, un artista que vive de su arte, no debe casarse. Los artistas debemos ser libres.

    -¿Y no lo sería usted conmigo?

    -No me refiero precisamente a este caso... Hablo en general. Y digo tan sólo que los artistas y los escritores célebres no se casan.

    -¡Sí, usted también será célebre, Yegor Savich! Pero yo... ¡Ah, mi situación es terrible!... Cuando mamá se entere de que usted no quiere casarse, me hará la vida imposible. Tiene un genio tan arrebatado... Hace tiempo que me aconseja que no crea en sus promesas de usted. Luego, aún no le ha pagado usted el cuarto... ¡Menudos escándalos me armará!

    -¡Que se vaya al diablo su mamá de usted! Piensa que no voy a pagarle?

    Yegor Savich se levanta y empieza a pasearse por la habitación.

    -¡Yo debía irme al extranjero! -dice.

    Le asegura a la muchacha que para él un viaje al extranjero es la cosa más fácil del mundo: con pintar un cuadro y venderlo...

    -¡Naturalmente! -contesta Katia-. Es lástima que no haya usted pintado nada este verano.

    -¿Acaso es posible trabajar en esta pocilga? -grita, indignado, el pintor-. Además, ¿dónde hubiera encontrado modelos?

    En este momento se oye abrir una puerta en el piso bajo. Katia, que esperaba la vuelta de su madre de un momento a otro, echa a correr. El artista se queda solo. Sigue paseándose por la habitación. A cada paso tropieza con los objetos esparcidos por el suelo. Oye al ama de la casa regatear con los mujiks cuyos servicios ha ido a solicitar. Para templar el mal humor que le produce oírla, abre la alacena, donde guarda una botellita de vodka.

    -¡Puerca! -le grita a Katia la viuda del oficial- ¡Estoy harta de ti! ¡Que el diablo te lleve!

    El pintor se bebe una copita de vodka, y las nubes que ensombrecían su alma se van disipando. Empieza a soñar, a hacer espléndidos castillos en el aire.

    Se imagina ya célebre, conocido en el mundo entero. Se habla de él en la Prensa, sus retratos se venden a millares. Se halla en un rico salón, rodeado de bellas admiradoras... El cuadro es seductor, pero un poco vago, porque Yegor Savich no ha visto ningún rico salón y no conoce otras beldades que Katia y algunas muchachas alegres. Podía conocerlas por la literatura; pero hay que confesar que el pintor no ha leído ninguna obra literaria.

    -¡Ese maldito samovar! -vocifera la viuda-. Se ha apagado el fuego. ¡Katia, pon más carbón!

    Yegor Savich siente una viva, una imperiosa necesidad de compartir con alguien sus esperanzas y sus sueños. Y baja a la cocina, donde, envueltas en una azulada nube de humo, Katia y su madre preparan el almuerzo.

    -Ser artista es una cosa excelente. Yo, por ejemplo, hago lo que me da la gana, no dependo de nadie, nadie manda en mí. ¡Soy libre como un pájaro! Y, no obstante, soy un hombre útil, un hombre que trabaja por el progreso, por el bien de la humanidad.

    Después de almorzar, el artista se acuesta para «descansar» un ratito. Generalmente, el ratito se prolonga hasta el oscurecer; pero esta tarde la siesta es más breve. Entre sueños, siente nuestro joven que alguien le tira de una pierna y lo llama, riéndose. Abre los ojos y ve, a los pies del lecho, a su camarada Ukleikin, un paisajista que ha pasado el verano en las cercanías, dedicado a buscar asuntos para sus cuadros.

    -¡Tú por aquí! -exclama Yegor Savich con alegría, saltando de la cama- ¿Cómo te va, muchacho?

    Los dos amigos se estrechan efusivamente la mano, se hacen mil preguntas...

    -Habrás pintado cuadros muy interesantes -dice Yegor Savich, mientras el otro abre su maleta.

    -Sí, he pintado algo... ¿y tú?

    Yegor Savich se agacha y saca de debajo de la cama un lienzo, no concluido, aún, cubierto de polvo y telarañas.

    -Mira -contesta-. Una muchacha en la ventana, después de abandonarla el novio... Esto lo he hecho en tres sesiones.

    En el cuadro aparece Katia, apenas dibujada, sentada junto a una ventana, por la que se ve un jardincillo y un remoto horizonte azul.

    Ukleikin hace un ligera mueca: no le gusta el cuadro.

    -Sí, hay expresión -dice-. Y hay aire... El horizonte está bien... Pero ese jardín..., ese matorral de la izquierda... son de un colorido un poco agrio.

    No tarda en aparecer sobre la mesa la botella de vodka.

    Media hora después llega otro compañero: el pintor Kostilev, que se aloja en una casa próxima. Es especialista en asuntos históricos. Aunque tiene treinta y cinco años, es principiante aún. Lleva el pelo largo y una cazadora con cuello a lo Shakespeare. Sus actitudes y sus gestos son de un empaque majestuoso. Ante la copita de vodka que le ofrecen sus camaradas hace algunos dengues; pero al fin se la bebe.

    -¡He concebido, amigos míos, un asunto magnífico! -dice-. Quiero pintar a Nerón, a Herodes, a Calígula, a uno de los monstruos de la antigüedad, y oponerle la idea cristiana. ¿Comprenden? A un lado, Roma; al otro, el cristianismo naciente. Lo esencial en el cuadro ha de ser la expresión del espíritu, del nuevo espíritu cristiano.

    Los tres compañeros, excitados por sus sueños de gloria, van y vienen por la habitación como lobos enjaulados. Hablan sin descanso, con un fervoroso entusiasmo. Se les creería, oyéndolos, en vísperas de conquistar la fama, la riqueza, el mundo. Ninguno piensa en que ya han perdido los tres sus mejores años, en que la vida sigue su curso y se los deja atrás, en que, en espera de la gloria, viven como parásitos, mano sobre mano. Olvidan que entre los que aspiran al título de genio, los verdaderos talentos son excepciones muy escasas. No tienen en cuenta que a la inmensa mayoría de los artistas los sorprende la muerte «empezando». No quieren acordarse de esa ley implacable suspendida sobre sus cabezas, y están alegres, llenos de esperanzas.

    A las dos de la mañana, Kostilev se despide y se va. El paisajista se queda a dormir con el pintor de género.

    Antes de acostarse, Yegor Savich coge una vela y baja por agua a la cocina. En el pasillo, sentada en un cajón, con las manos cruzadas sobre las rodillas, con los ojos fijos en el techo, está Katia soñando...

    -¿Qué haces ahí? -le pregunta, asombrado, el pintor- ¿En qué piensas?

    -¡Pienso en los días gloriosos de su celebridad de usted! -susurra ella-. Será usted un gran hombre, no hay duda. He oído su conversación de ustedes y estoy orgullosa.

    Llorando y riendo al mismo tiempo, apoya las manos en los hombros de Yegor Savich y mira con honda devoción al pequeño dios que se ha creado.

    Novela Chilena Comtenporánea; José Donoso y Damiela Eltit

    Presentación del libro de Leonidas Morales: Novela Chilena Contemporánea. José Donoso y Damiela Eltit

    Índice del libro


    Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 2004

    INTRODUCCIÓN
    I. TEORÍA Y CONSTRUCCIÓN CRÍTICA
    1. Sujeto y narrador en la novela chilena contemporánea
    II. JOSÉ DONOSO
    1. La mirada del testigo
    2.. Máscara y enunciación
    III. DIAMELA ELTIT
    1. La narrativa de Diamela Eltit y Los trabajadores de la muerte y la narrativa de Diamela Eltit
    2. El ensayo como estrategia narrativa
    3. La comida oficial
    4. Género y Hegemonía en El infarto del alma
    IV.NOVELA MASIVA
    1. Experimentación, imitación y efecto

    FESTIVALES INTERNACIONALES DEL CUENTO Y DE CUENTEROS (IBEROAMERICA)




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    JULIO CORTAZAR


    Julio Cortázar nació en Bruselas el 26 de Agosto de 1914, de padres argentinos. Llegó a la Argentina a los cuatro años. Paso la infancia en Bánfield, se graduó como maestro de escuela e inició estudios en la Universidad de Buenos Aires, los que debió abandonar por razones económicas. Trabajó en varios pueblos del interior del país. Enseño en la Universidad de Cuyo y renunció a su cargo por desavenencias con el peronismo. En 1951 se alejó de nuestro país y desde entonces trabajó como traductor independiente de la Unesco, en París, viajando constantemente dentro y fuera de Europa. En 1938 publicó, con el seudónimo Julio Denis, el librito de sonetos ("muy mallarmeanos", dijo después el mismo) Presencia. En 1949 aparece su obra dramática Los reyes. Apenas dos anos después, en 1951, publica Bestiario: ya surge el Cortázar deslumbrante por su fantasía y su revelación de mundos nuevos que irán enriqueciéndose en su obra futura: los inolvidables tomos de relatos, los libros que desbordan toda categoría genérica (poemas-cuentos-ensayos a la vez), las grandes novelas: Los premios (1960), Rayuela (1963), 62/Modelo para armar (1968), Libro de Manuel (1973). El refinamiento literario de Julio Cortázar, sus lecturas casi inabarcables, su incesante fervor por la causa social, hacen de él una figura de deslumbrante riqueza, constituída por pasiones a veces encontradas, pero siempre asumidas con él mismo, genuino ardor. Julio Cortazar murió en 1984 pero su paso por el mundo seguirá suscitando el fervor de quienes conocieron su vida y su obra.

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    martes, 1 de diciembre de 2009

    escritora Diamela Eltit (Chile)

    DIAMELA ELTIT Y LAS ERRANTES MAQUINARIAS DEL JUEGO

    Por Juan Chapple Clavijo. (Periodista y actualmente alumno del Magister en Literatura Hispanoamericana y Chilena, Universidad de Chile)

    Tarde de invierno, tarde, para el sol tímido que enmascara, tímidamente también, las últimas lluvias, el temporal que azotó gran parte de Chile. Los árboles, en las frías calles santiaguinas, casi no guardan hojas, pero, de otro modo, muchas hojas desgarran las palabras en un itinerario obligado en la literatura chilena y latinoamericana de estas últimas décadas. Ahí están: Lumpérica (1983), Por la Patria (1986), El Cuarto Mundo (1988), Vaca Sagrada (1991), El Infarto del Alma (1994), Los Vigilantes (1994). Ahí está El Padre Mío (1989), además de numerosos artículos y ensayos, que dan cuenta de un imaginario desbordante, y una preocupación por desenmascarar los derroteros del poder en su batalla con las leyes de la lengua.
    Es la tarde en que también una tímida luz habita los espacios interiores de la escritora chilena Diamela Eltit (1949), profesora de Castellano, Licenciada en Literatura en la Universidad de Chile, fundadora -junto al poeta Raúl Zurita y a la artista visual Lotty Rosenfeld- del Colectivo de Acciones de Arte, C.A.D.A., ganadora de las Becas Guggenheim (1985) y Social Science Research Council (1988), además de haber sido Agregada Cultural de Chile en México; apasionada de la escritura , que la ha convertido en un faro delirante en el espacio cultural latinoamericano. Exploradora de lo femenino, del "amor loco", de los cuerpos desarrapados, alumbrando la necesidad de fundar un proyecto estético-político, una revolución en el campo de juegos de los signos y el lenguaje.

    -A 15 años de haber publicado su primera novela, ¿qué significa, qué moviliza ahora, y desde entonces, el escribir para Diamela Eltit?
    -Bueno, yo publiqué mi primera novela en el `83, pero escribo desde antes, la estaba escribiendo siete años antes. Estamos hablando de 22 años total. Pero fíjate que sigue siendo más o menos lo mismo. Por una parte, se mantienen las pasiones, las dudas, las interrogantes, las incertidumbres, y tal vez lo único que he ganado en estos 22 años es creer que los proyectos los voy a terminar. No porque crea que así va ser cuando estoy escribiendo, sino porque la experiencia me dice que los voy a terminar.


    -¿Estamos hablando de un cuestión de constancia, de disciplina?
    -No. Antes yo pensaba que no iba terminar nada. Pero ahora hay otra vocesita que me dice que voy a terminar, aunque yo piense que no me la voy a poder, que va a fallar, que va naufragar el proyecto. Pero, en general, yo mantengo las mismas tensiones cuando escribo, es decir, ese despojo radical de todo lo de antes. Siempre que empiezo un libro, empiezo a escribir como si lo hiciera por primera vez. Yo creo que por eso sigo escribiendo.

    -¿A pesar de que lo que usted ha proyectado en su obra es una especie de cuerpo textual?
    -Claro, pero aun así, el cuerpo textual que señalas se va. Cuando empiezo a escribir una novela empiezo de cero, y por eso creo que sigo escribiendo. Porque si tuviera algunos caminos enteramente avanzados seguramente no escribiría, no me produciría pasión. En parte la pasión es porque siempre parto con muchas incertidumbres, como te decía, con que no voy a ser capaz, con que es muy difícil, con que me faltan las frases, que no está bien hecho, hasta que de pronto todo se organiza y se termina ese libro, para volver a empezar lo mismo, al no sé, no puedo, etc.


    -Parece muy autocrítica frente a lo que hace.
    -Sí, soy bien autocrítica, porque me parece que es necesario que uno tenga una vigilancia sobre sí misma, sobre las certezas, que uno se confíe en algunos recursos que maneja. Me parece que siempre hay que dudar. Soy una escritora paranoica, siempre estoy en una zona como al borde del naufragio, así escribo.

    -¿En qué ha cambiado la Diamela Eltit de la época de las acciones de arte -con el colectivo de arte CADA- y de las primeras novelas, -con respecto a la de hoy?
    -Mira, la que escribe creo que no ha cambiado mucho, la que escribe, que no soy exactamente yo. Ahora, yo he cambiado primero porque estoy mas vieja, y evidentemente que eso te va produciendo desgaste. Tal vez las ansiedades están más bajas o las tengo más reprimidas que antes. Estoy menos batalladora, antes era más peleadora, más insolente. Con los años me he ido puliendo, no cambiando, puliendo, que es otra cosa. Estoy más tranquila, o aparentemenete más tranquila, pero siempre me mantengo en un estado de alerta. Esa alerta si está más pulida que antes. Antes era más salvaje.


    -¿Siente que ha perdido muchas cosas con los años?
    -A veces creo que he perdido, por supuesto, y otras que he ganado. Depende, depende hasta del día en que me encuentre.

    -¿Y si lo enfocáramos directamente a su escritura?
    -A ver. Uno va clausurando ciertos registros, va perdiendo algunos registros, porque ya los recorriste, y a veces los recorriste tan enteramente que no los puedes reabrir. Se cerraron y en ese sentido sí lo considero una gran pérdida. Estoy hablando de experiencias textuales. Hay ciertas experiencias de textos que fueron unidireccionales y muy finales y tú ya no los puedes volver a recorrer. Hay algunos registros que se cerraron como escritura.
    Por otro lado, vas ganando la capacidad y la audacia de explorar nuevas superficies, pero creo que en esta cuestión literaria hay un gran terreno de pérdida.

    -¿Y en lo personal, algún problema con la soledad?
    -No. Mira, yo siempre fui media recluida, así que eso no me afecta. En realidad, creo que la gente que escribe tiene que tener una cierta capacidad de estar sola, es elemental, porque no puedes estar escribiendo en medio de una fiesta. Bueno, hay gente que tal vez puede y yo me alegro mucho, pero son minorías. Tienes que tener una capacidad más o menos fuerte de soledad, que no necesariamente es una soledad existencial, sino sencillamente estar habitando solitariamente.
    A mí me gusta escribir, me he dedicado casi 100 por ciento, salvo la vida cotidiana, a la vida literaria: hago clases de literatura, dirijo talleres literarios, escribo. Es decir, no tengo prácticamente nada excepto eso. Es decir, mi vida se fue por ahí, para bien y para mal. Ahora -dice, esbozando una sonrisa- tengo la suerte de que a mí me gusta.


    -¿Cómo definiría esta misma producción escritural desde un país, desde una circunstancia como la chilena?
    -Bueno, yo me centré en la cuestión literaria muy precozmente. Lo que hice mucho de niña, de adolescente, de joven fue leer. Al tiempo que eso sucedía, iba pasando la historia de Chile al lado. Después, con el tiempo, en mi trabajo como escritora, sí me interesa escribir desde acá, desde este lugar, Chile. Pero, con todo, no creo que se pueda agotar en circunstancias lineales. He vivido una época de muchos cambios en estos últimos 30 años, con gobiernos democráticos, dictadura, etc. Pero creo que la literatura, aparte de considerar eso, debe ir más allá o sobre o al lado, porque si no sería muy pobre, una literatura muy realista, que a mí no me interesa mucho. Entonces, tú siempre sacas algunas imágenes que capturas de la realidad, situaciones, gestos, pedacitos, fragmentos. He ido incorporando esa realidad, pero también desarmándola, manipulándola, ficcionalizándola, reinventándola, desmoronándola, reconvirtiéndola. Entonces, sí tiene una importancia escribir desde acá, pero trato de darle cursos más imaginarios, trabajar con el imaginario social.


    -¿Como escritora, como intelectual y, también, como sujeto social, qué recuerdos más vívidos rememora de los años en que se "escribía" la dictadura pinochetista?
    -Infinitos recuerdos, porque fue un cambio radical para mí. Yo me eduqué, crecí bajo un determinado sistema y de pronto tú cambias a un ámbito donde todo se angosta. Entonces tienes que cambiarte la cabeza brutalmente para funcionar, porque tampoco se trata de no funcionar, tienes que funcionar como sea. Es habitar en un sistema que te parece insoportable, pero que, sin embargo, tienes que conseguir como sea habitarlo. Fue una adaptación mental muy fuerte que tuve que hacer.
    Por otro lado, empiezan a suceder cuestiones que son absolutamente graves y comienzas a pensar que mataron a 8, mataron a 15, desaparecieron 90, y tienes que vivir con esa carga, sabiendo que no puedes hacer absolutamente nada más que dar rienda suelta a un imaginario antiautoritario, pero que no le importa a nadie. Entonces tienes, o yo tuve, que vivir en varias disyuntivas que a mí me parecieron muy extremas. Tú estás habitando en grandes cosas, cuántos muertos, cuántos torturados y de repente surgen cuestiones que aparentemente son menores, pero que a mí me produjeron un impacto impresionante. Fue, por ejemplo, cuando hicieron una redada en poblaciones y tomaron a todos los hombres que tenían ficha policíaca y los llevaron a Pisagua, y yo dije: se pasaron...


    -Estaba justificado oficialmente...
    -Exacto, como eran chicos que habían sido delincuentes, naturalmente no causaba impacto en la población. Entonces, yo pensé, aquí el sistema explosionó. Estaban tocando sectores muy desprotegidos, y no había discurso que los avalara, ni derechos humanos, ni nada. Después de 6 meses intervinieron organismos de derechos humanos para sacarlos de Pisagua, donde estaban viviendo con mucho frío, sin nada, con lo mínimo. En fin, cosas como ésta me hacían preguntarme dónde están los límites, y es que no los habían, en este país lo que no hay son límites, me decía.

    -¿Qué marcas como escritora quedan después de esas experiencias?
    -Lo que te queda después de eso es una autocensura fuerte, una relación infinitamente más intensa con el lenguaje que la que tienes antes, cada palabra es mucho más decisiva. Quedas con una relación muy, muy desconfiada con el poder y una necesidad de negociar al mínimo, te deja un aprendizaje para siempre. Si yo no hubiera vivido la dictadura habrían cosas de las que no tendría la menor idea. Y ahí empecé una cuestión bastante más reflexiva con esos temas, porque lo vi, lo viví. Te da una capacidad de lectura de los sistemas mucho más grande y bastante menos ingenua.

    EL PAGO DE CHILE
    -Siendo una de las voces latinoamericanas más activas, punzantes y reconocidas -y a pesar de que en el último tiempo se ha estado hablando un poco más sobre su trayectoria en los medios chilenos- ¿qué siente al enfrentarse en su país a un gran desconocimiento y mudez sobre su obra, y a hechos como el que la editorial Planeta haya "picado" gran parte de los ejemplares de su novela Vaca Sagrada hace un par de años, por no haber vendido lo suficiente? ¿Hay alguna especie de rabia, de impotencia porque una vez más se articula la lógica del pago de Chile con que se ha dejado en el olvido a tantos y tan importantes escritores chilenos?
    -Fíjate que no, en lo absoluto. Yo escribo porque me gusta, como te dije. Es poco lo que espero. No soy de la gente que está escribiendo para que digan esto o lo otro. No me importa la recepción, sí me importan las producciones. Mi tensión no está en que me reconozca el otro como escritora, es más bien una cosa interna, y yo estoy muy cómoda así. Y me horroriza que precisamente me vaya a pagar Chile... (ríe) yo prefiero que no me pague nada, le tengo miedo a cómo paga Chile cuando paga.

    -¿Y cómo paga Chile?
    -Con cursilería, con mucha cursilería.

    -Como los honores que le fueron a rendir a Matta en París...
    -Sí, yo no quiero eso para mí. Yo estoy muy bien así, más bien me perturba el estrellato.

    EL FRACASO DELIRANTE
    -Al parecer su trabajo escritural se ubica necesariamente, en términos del lector, en hacer de éste no un consumidor, como decía Barthes, sino un productor, un detonador de los sentidos del texto.
    -Mira, a mí Barthes es un crítico que me interesa mucho, no sólo por lo que dice, sino que su escritura también. Me fascina cuando Barthes habla casi de un escrilector, de un lector como escritor, cuando separa autor de escritura, cuando dice que el texto debe perder la tiranía del autor. Ahora, Barthes trabaja una cuestión que también me interesa mucho, que es la escritura como placer, el placer del texto. Y por ahí voy yo. Me interesa trabajar esa zona del placer como zona de desciframiento, cuando tu descifras algo en los textos eso te da placer, como empezar a leer de nuevo siempre. Y en mi caso, como escritora, ha sido hacer un texto ambiguo y con más de un nivel de lectura.

    -En el mismo sentido, sus textos producen un "ruido" intenso en los circuitos de lo legible literario. En esta perspectiva ¿cuál es su forma de trabajar íntimamente con los significantes, cuál su forma de enfrentar la escritura en esa etapa de producción de un texto?
    -De la forma más liberada posible, de mí misma incluso. Me enfrento a que el texto se vaya organizando, creando sus sentidos y dejarlos fluir, no detenerlos, ni complacerlos, ni horrorizarse con lo que está saliendo ahí. Repensar estéticas, repensar éticas, repensar morales, todo. Después, claro, hay una etapa de policía, respetando los ritmos de ese texto, de no coartarlos, una especie de policía más benigna.


    -En otro sentido, sus textos, paradójicamente, requieren una gran concentración, pero al mismo tiempo producen una sensación de música -y abismo de las palabras, de expansión. Parece que crearan una suerte de vórtice que expeliera y deglutiera cuerpos de, y desde el lenguaje.
    -Claro, yo he trabajado buscando un volumen, indagando en varios lenguajes en algunos textos, buscando más de un lenguaje. Y a ratos, claro, las palabras empiezan a delirar solas, se empiezan a juntar y deliran, y yo digo, bueno, si van a delirar que deliren.

    -"La escritura es la mano, por lo tanto es el cuerpo: sus pulsiones, sus controles, sus ritmos, su peso, sus deslizamientos", dice Barthes, y agrega, que en ella "se manifiesta el sujeto lastrado por su deseo y su inconsciente". Esta perspectiva se hace patente en pasajes de todos sus libros, pero sobre todo en Lúmpérica, en Por la Patria, y también, en gran medida, en esa lengua tartamuda del hijo y su cabeza de "ton-ton-tonto" que se estrella contra el piso en su última novela Los Vigilantes ¿Está de acuerdo con esta mirada?
    -Yo creo que las cosas tienen una cierta materialidad, que hay conexiones que hacen que la escritura se haga más material, ya sea fónicamente, o de distintas formas, hasta que adquiere un cierto volumen. Parece que estás trabajando en superficies planas, pero empiezan a adquirir ciertos volúmenes que, como decías, se estrellan, el cuerpo entero está ahí, hasta el punto que a uno le empieza a doler la espalda, queda curcuncha (dice, sin poder contener una carcajada).

    -Usted ha hablado de "fracaso", refiriéndose a su creencia de no haber arribado "a esa palabra que tal vez nunca va a llegar". Frente a esto ¿no está el signo de adorar lo que usted tilda de fracaso, de precisamente ser cómplice frente a la maquinaria errante de su escritura y del pensarse quizá como un cuerpo de escritura?
    -En todas las novelas he tenido que arrastrar un cierto fracaso. No hay novela que no esté fracasada, en el sentido que hay algo que se me escapa, como proceso de los intrasistemas. Más que en el resultado del libro, hay ciertas energías que no he logrado escribir, no he podido dar con el espacio textual que las vaya escribiendo.


    -Y esto le ocurre a cada palabra, página a página, con un libro completo, con toda su obra...
    -... En todas partes, fíjate. Página a página, a veces la novela entera, etc., hay algo que se me va. Pero no es un problema con perfección lo que te hablo. No es que esté bien o mal hecho. Tiene que ver con ciertas energías que no logro aprensar, que están ahí, pero que no logro agarrar. En parte por eso sigo escribiendo también, porque tengo la esperanza de algún día agarrar algo. Pero por otro lado, también la palabra fracaso es bien múltiple. Ya terminar un libro es un fracaso porque uno podría tener siempre un libro, eso sería maravilloso, estar toda tu vida con un libro, sería extraordinario, como una cosa borgeana. Porque la escritura podría ser infinita, tanto como dure tu vida. Así también, te podría parecer un fracaso el hecho que dentro de un libro haya partes débiles. Pero ese fracaso yo lo aguanto, es lo que menos me importa. Más me importa las energías que uno pueda capturar.


    -En lo rudimentario, en el trabajo artesanal ¿qué libro le ha resultado más dificil, o con más baches, más oscuridades para escribir, cuál ha sido su mayor desafío escritural?
    -Todos me han resultado terriblemente complicados, por distintos motivos, pero sin duda el trabajo más extremo que yo recuerde fue la primera novela -Lumpérica-, por primera, porque es la novela donde aprendí a escribir. No quiero decir que sepa escribir, te quiero decir que es donde empecé. Fue infernal, fascinante, llena de baches por todos lados, haciendo agua a cada instante, fue, tal vez, la experiencia más radical que en ese sentido haya vivido.

    REVOLUCIONES POR MINUTO
    -¿Estaría de acuerdo en que existe una crisis en la imaginación en estos momentos, una crisis de deseo?
    -Pienso en los efectos visibles que esto podría tener. Como diría Foucault, en los rictus, en los gestos de los individuos, en los modos de desplazarse, de hacer ciudad.


    -También se podría expresar como una reposición, quizás más peligrosa que nunca, por lo poco visible, de una profunda fuerza fascista en la sociedad, a nivel micro, a nivel molecular, según la manera en que lo entiende Guattari.
    -Yo diría que sí. Siempre ha habido una cosa fascista, sólo que antes tú la podías indicar con más claridad. Había un hueco social que te permitía ubicar la palabra fascismo. El problema que hay ahora es que está el fascismo, pero no hay dónde meter la palabra, esta infiltrada y, claro, no solamente en los sistemas macros sino que en los micros.

    -De alguna forma, al entrar en contacto con sus textos, se articula o magnetiza significativamente la sentencia deleuziana de que la literatura es un delirio. Éste como enfermedad sería precisamente el modelo de salud cuando invoca a la raza bastarda, oprimida, cuando es capaz de imaginar esa raza desplazada.
    -Bueno, yo tengo un punto político de escritura. No de política partidaria, sino que de políticas literarias, de mantenerme en formas minoritarias. Me interesa hacer todavía una escritura revolucionaria, no en el sentido sesentista del término, sino que de revoluciones por minuto, como en una licuadora, mezclar materiales, géneros, sentidos, torcer lo que es el sentido común. Eso es lo que me interesa de lo literario, la capacidad que tú tienes para revolucionar tus materiales, rápido, muy rápido.


    -Conociendo su obra, y siguiendo a Deleuze, se advierte que ha tejido algún tipo de lengua distinta -extranjera, diferente en el circuito de lo normal- de la lengua dominante que, de alguna forma, perfora la lengua materna.
    -Más que la lengua, es la normativa de esa lengua. A mí la lengua me gusta, pero uno puede jugar con las leyes de esa lengua, eso me interesa a mí, sobre todo en las primeras novelas donde jugaba más. Esa es mi política. Y claro que la lengua es opresiva porque son los límites que uno tiene. Yo creo que uno es lenguaje y son los límites que te chocan, y que no te permiten ir más lejos, pero dado que no puedes ir más lejos que el lenguaje que tú tienes, puedes jugar con sus elementos, eso sí me parece fascinante.

    -¿Cuál debería ser la gran tarea del escritor, del artista, del intelectual en estos tiempos de anecdotario, de simulacro, de triunfo o deslumbramiento con la palabra o discurso publicitario e impostación de la imagen?
    -Escribir, por supuesto. Y lo más intensamente posible.

    -¿Y qué reviste ese hacer para usted?
    -Implica poner una palabra pública, no importa con qué dimensiones, no importa cuánto, ni cómo. Importa poner una palabra estética, pero pública, y esa es tu labor, poner esas palabras y que se disponga de ellas.

    EL SONIDO OTRO, EL OTRO LUGAR
    -Hace poco, en un artículo suyo, a propósito de una biografía del mexicano Jorge Castañeda sobre el Che Guevara, usted llamaba a reparar en los saberes que tanto el Che como Fidel Castro -uno médico y el otro abogado- pusieron al servicio de una utopía revolucionaria, para la "refundación de un continente". En este sentido, y viendo el relativo embotamiento de la sociedad actual, ¿qué posibilidades de devenir revolucionario, de des-control podrían fermentar en la piel social como instancias de cambios de peso?
    -Tiene que hacerse de nuevo a través de ciertos signos, pero no con los signos que obedezcan a la lógica del mercado. Porque el mercado también te llama a la rebeldía, te incorpora las rebeldías, pero son falsas rebeldías, que el mercado necesita para funcionar como tal. Entonces, todo estaría en que la gente tuviera la lucidez suficiente para establecer formas más opacas. No es el aullido a lo mejor, porque el aullido está contemplado, es tal vez un gemido, es otro sonido, un sonido "otro" que el mercado no puede reconvertir tan rápidamente.
    Ahora, hay una historia oficial sobre todo esto. En este sentido está lleno de gente que mira su realidad o lo que quiere que sea la realidad de otra manera, y lo he visto mucho, hay gente que es resistente, que es interesante, que es inteligente, gente de todas las edades.

    -Pero, ¿basta con eso, basta con que existan estas personas sin que haya una acoplación?
    -Yo creo que tienen que solidificarse los procesos, los cambios. Hay gente que ha pasado por muchos niveles en estos últimos años, hay que recoger los pedazos. Ahora tú ves que recién empieza a comparecer una cierta diferencia que todavía es bastante menor, porque el sistema es invasivo y no deja espacio para la diferencia. Pero las diferencias están ahí, y lo que se entiende por diferencia, que es la que se da en los medios, no es la gran diferencia. La gente está callada por el momento, hay producciones que no se han terminado, hay gente que está escribiendo o pensando escribir, así que creo que hay que esperar unos 10 años para ver qué va a salir de todo esto, que se teje.


    -En el libro El Infarto del Alma, en donde se juntan sus textos con las fotografías de Paz Errázuriz en el siquiátrico de Putaendo, usted habla del amor y sobre todo del amor loco. ¿De alguna forma sus libros son un ensayo de amor para enloquecer un sistema, un país y/o mucha locura para amar, para rearmar, reconstruir una patria?
    -Mira, yo creo que lo que más me mueve es el amor a mi escritura, que está por hacerse siempre. Ahora si hiciera sentido lo que yo quise hacer yo quedaría bien contenta. No por la Diamela Eltit, sino por ese campo de escritura. Lo que me mueve es una cuestión bastante loca, gratuita, que es este amor a la escritura, no en el sentido tonto, no creas que soy una fanática de la escritura, pero hay una especie de pasión a la que me quedé pegada, y no tengo idea porqué, pero ahí estoy pegoteada. Eso es lo que más me ha movido, más que el amor a Chile, o el amor a tal o a cual.


    -En la misma perspectiva, ¿cree que el amor o los amores locos puedan ser reeditados en un Chile, y en un sistema mundial además, que parece tan individualista, tan estancado para donarse, para soñar?
    -A mí me interesó ese amor loco, por la parte social en El Infarto del Alma, porque era algo de lo cual no se esperaba amor, porque eran considerados desechos sociales. Inocularle sentido a ese desecho aparente, me pareció políticamente importante, un trabajo conmovedor, muy desafiante para mí como escritora. Sobre todo me interesó ese amor loco en el sentido de la parte más inesperada, no es el amor tal o cual, de los enamorados en la playa. Tú dices: este amor está aquí o está acá, no donde ustedes dicen, está en otro lado; eso es lo que me interesa a mí, ampliar y llevar esas cuestiones oficiales y ponerlas en lugares no oficiales.

    LA PERTURBACIÓN BARROCA
    -Si pudiéramos instaurar un leve encasillamiento de sus textos, éstos corresponderían bastante a lo que Severo Sarduy reconoce como el barroco en nuestros días, esto es "amenazar, juzgar, parodiar precisamente en el centro -y soporte de la economía burguesa de los bienes" , es decir en la comunicación en el lenguaje, con lo que la literatura se haría un juego, pero un juego perturbador, provocador.
    -Tú tomaste un autor que me interesa mucho, que tuve la suerte de conocer además, de hacer cierta amistad, un tipo casi excesivamente brillante, y sus palabras literalmente brillaban. A mí me gusta mucho Cobra, para mí un libro decisivo. Y sí, creo en ese Barroco que plantea Sarduy, precisamente, en su libro Barroco. Si hay algo que me abruma, que me cansa, es la estructura burguesa, y creo que es casi un deber político perturbarla. Perturbar esa condición tan monolítica y tan estrecha que te impone la sociedad burguesa. Y la perturbarás con simulacros, con máscaras, a través de la parodia, de la mimesis, para reenfocar críticamente la sociedad burguesa.

    -Hay unas palabras de Julio Cortázar que harían mucha justicia a sus textos, en el sentido de apostar por una escritura que, además de protestar, en sí misma fuese una protesta.
    -Yo, regio, por principio protestar por todo. Pero en el sentido crítico. Yo le tengo mucho miedo a la rebeldía, porque ha sido muy manipulada por los sistemas oficiales. Yo sí creo en un pensamiento, en una producción, en trabajar con materiales críticos , más que en las rebeldías solas. Como te decía, le tengo miedo a las rebeldías porque son muy reconvertibles por los sistemas. Existe el rebelde que es canonizado por el sistema, como los poetas malditos, que han sufrido una recuperación salvaje, que a mí me parece sospechosa. O el rebelde sin causa, que es muy peligroso, porque, como no tiene causa, termina sirviendo al sistema.

    -¿De qué manera ve las críticas que se le hacen cuando le es enrostrada, aunque muy veladamente también, su intelectualidad, su preocupación por armar, como ha señalado, un "discurso cultural"?
    -A mí me tocó emerger en una época en que se estaban abriendo ciertos debates, sobre todo el de la mujer y la escritura. Entonces, desde el punto de vista cultural, se suponía que una mujer tenía que ser más materna que paterna, viendo lo materno como lo más arreflexivo y afectivo, y lo paterno como lo más reflexivo y lo menos afectivo. Entonces, a lo que yo no iba a renunciar era a un discurso cultural. Ahora, yo no creo que tenga un discurso denso, como se dice, tengo un discurso normal, literario, que es otro cuento, y ha sido interesante mantenerse en eso.

    -En sus novelas existe un juego paradojal entre una estética de la precariedad y la exuberancia de las palabras, la proliferación del lenguaje. Como si con esas palabras quisiera ofrecer un manto a tanta intemperie, a tanta desprotección.
    -A ver, cuando hice El Infarto del Alma, para poner un ejemplo bien claro, leí mucha poesía amorosa medieval, quería saber cómo se había formado el sentimiento amoroso en español, en la lengua. Tú sabes que el sentimiento amoroso está en todas partes, pero, cómo se ama, es una cuestión que se construye, por las comunidades. También leí libros críticos y teóricos, y sobre las hospederías en el siglo XIX en España. Lo que era interesante para mí era poner esos saberes, que pertenecen a la alta cultura, para escribir después mi propio texto, pero sobre cuerpos que no están inscritos en la alta cultura, los que, al revés, están prácticamente fuera del sistema, de cualquier sistema. Me pareció interesante unir la alta cultura y los cuerpos populares. Me interesa el pensar una conjunción de lenguajes, para hablar aquello que los altos lenguajes no consideran. Eso me parece un juego divertido, interesante y político.

    LO FEMENINO Y LAS METÁFORAS DE LA SANGRE
    -¿Diría que se trata de una política de mercado cuando se presenta y engloba en un mismo saco la escritura de mujeres, dándole el rótulo de "femenina"?
    -Los sistemas generales, centrales, son inteligentes. Entonces, en el minuto en que Latinoamérica pensó lo de lo femenino como una cuestión política, pues, el sistema respondió rápidamente poniendo ciertas escrituras producidas por mujeres en el espacio de lo femenino. Y éstas, por supuesto fueron las escrituras más obedientes al sistema, y no podía ser de otra manera, es totalmente predecible. Y de esa manera se tapan otras escrituras más inconformistas con el sistema, tomando las figuras más consumibles, más programáticas con el mismo, pero esto es normal.
    Y, naturalmente, al tomar esas escrituras más funcionales, la hegemonía de lo masculino pervive.

    -¿A qué conclusiones, tal vez provisorias, ha llegado con respecto a lo femenino, ámbito que es una de sus motivaciones e indagaciones escriturales más importantes?
    -Bueno, antes yo era bastante ingenuota con la cuestión de lo femenino. Pensaba efectivamente que la mujer podía estar cerca de lo femenino, pero en absoluto hay una cercanía, hay una distancia considerable entre la biología y el género. Más bien me ha interesado lo femenino como lo menos centrista, lo masculino lo veo como lo más centrista. No ligo masculino a hombre, ni femenino a mujer. Entonces, me interesa trabajar la categoría de lo femenino y ver qué cae dentro de esa categoría, y de repente caen hombres, y mujeres dentro de lo masculino.

    -¿ Sarduy, por ejemplo ?
    -Sí, la escritura de Sarduy, por ejemplo, está más cerca de lo femenino, porque es más cifrada, más polémica, más cuestionadora. También Beckett, Joyce, por sólo nombrar a unos cuantos.

    -¿Qué importancia le atribuye a la estética de la sangre en la búsqueda del cuerpo de lo femenino en sus textos?
    -La sangre a mí me parece una buena metáfora, frente a la carga cultural que eso tiene, que es muy fuerte. En la sangre tú puedes tener la cosa acuosa, líquida, transportable, comunicable. Me ha interesado trabajar la sangre como violencia, como fluido, como conexión, como corazón, tum-tum-tum, el corazón, bombeando. Es un tema duro de trabajar, cómo explicarte... es inacabable, porque tiene que ver con la herida, con la vida, con la muerte, tiene que ver con el cuerpo de la mujer, por ejemplo, con la menstruación, etc. Entonces, yo encuentro que todo eso sigue siendo para mí un material que no ha terminado, que no ha perdido vigencia.

    -En el mismo sentido, ¿estaría de acuerdo en que todas sus novelas, sobre todo en Vaca Sagrada, el pulso del cuerpo femenino y su rebalse, la sangre, conformarían una cierta estética y un fluido correspondiente con lo que Diamela Eltit intenta proponer como escritura, esto es, escribir con sangre, erosionar la historia inculcada, desafiar el orden, la vigilancia imperante, tal vez inventarse otro cuerpo?
    -Claro, como te decía, para mí sigue siendo un material que no ha terminado. Estoy a medio camino, porque me parece muy importante por todas la metáforas que se pueden armar desde ella. Desde todo lo que es el dicho, ¿cómo es... "la letra con sangre entra"?, pues, es verdad, nada es casual, las cosas tienen un sentido. Los vasos comunicantes, los cuerpos que sangran, perder la sangre. Me interesa la imagen de los vampiros, por ejemplo, la encuentro una imagen extraordinaria, el vampiro que te extenúa, el que te saca toda la sangre en medio del placer o del orgasmo, Eros y Tanatos, la erótica y la muerte. Cualquier escritor se debería encontrar fascinado de trabajar la imagen del vampiro, la encuentro una imagen cultural extraordinaria.

    EL JUEGO
    -Usted ha hablado de su "resistencia política secreta" ¿En qué otros espacios aparte de la escritura ha tenido que batallar, que resistir desde la etapa de la dictadura pinochetista que ha dejado un trazo tan visible en el Chile de hoy?
    -Con todo. En lo laboral, en lo cultural, en todo. Ha sido como funcionar socialmente y escribir a la vez. Como aparecer en una parte y tener una escritura hasta contradictoria con lo que haces. Yo tengo una de las profesiones más autoritarias, soy profesora, entonces es como compatibilizar todo eso. Ser profesora, que enseña linealmente y tener una escritura que no es lineal, por ejemplo. Es conflictivo. Es como meterse en los sistemas sin cumplir los pronósticos. No suicidarte, no ser alcohólica. No porque sea algo malo suicidarse o ser alcohólica, no tiene nada de malo, cada gente hace lo que estime conveniente. Es desobedecer los estereotipos, tratar de no cumplir con la norma. Por otro lado, está mi cuestión política. Tratar de mantener un pensamiento de izquierda, aunque la palabra izquierda no haga mucho sentido ahora, pero mantenerme en eso con solidaridades en unos lugares y no en otros, tratar de no entrarle a la cuestión social banal, tratar de dejar los egos -a otro lado, tú aprendes a funcionar de esa manera.


    -Después de seis novelas e innumerables textos y artículos en que navega contra la corriente, ¿existe algún signo de agobio, de agotamiento interior en Diamela Eltit?
    -Estuve más o menos dos años y medio sin escribir, y no lo pasé bien. No había un lugar donde me sintiera contenta. Me estaba repensando como escritora, tenía algunos registros ya muy gastados, y me di cuenta de que habían narradores que, desde el punto de vista técnico, ya no se movían, y que tenía que mover como fuera. Entonces, estaba preparándome. Pero me latié, y ahora sé que la pasé mal, me di cuenta ahora que volví a escribir que fue algo espantoso.

    -Y con respecto a ir contra la corriente ¿hay cansancio?
    -No, fíjate. Eso me estimula, porque, si no, ahí sí que me muero. Soy una persona que me gusta tener mis luchas personales. Bueno, por supuesto que me canso, pero entre sí y no, me gusta mi lugar, tengo el que quiero tener.

    -¿Hay algún proyecto de novela en proceso, algo por salir? ¿en qué está enfrascada en estos momentos?
    -Estoy tratando de escribir un libro. Como sabes, yo no trabajo tanto a nivel temático, sino que de organización de materiales. Estoy trabajando unas voces para mover ese narrador, está muy rígido. Yo partí con un narrador muy móvil y ahora quedó ahí como vampiro muerto, entonces mi lucha técnica en este minuto es por mover el narrador, construir mas una pluralidad de voces, y dentro de las voces hay una que no había explorado y que me interesa mucho, que vale la pena.

    -Si pudiéramos graficar una ciudad como Santiago que poco a poco, pero consistentemente, se ve sumida en la codicia y el endeudamiento, ¿cuál sería el parangón con el escritor, cuál la codicia y el endeudamiento en la ciudad real e imaginaria de usted como escritora?
    -Mira, a mí me gusta la ciudad, soy urbana, me gusta caminar la ciudad, hacer ciudad caminando, estoy abierta, que venga lo que venga de la ciudad. En ese sentido hay cuestiones que me fascinan, descubrimientos, espacios, cuerpos en la ciudad. Por ejemplo, de repente me encontré, por casualidad, en San Diego con Avenida Matta, con un boliche que se llama El Abanico, en pleno corazón de la ciudad de Santiago. Ahí lo que hay son jugadores de caballos y están esperando las carreras que se transmiten por una radio de bolsillo. Son todos jugadores, y también juegan dominó. Están jugando dos juegos, apostando a los caballos y el dominó. Cuando viene la carrera de caballos, cada media hora, todos se quedan fijos, tratando de escuchar, y después de que pasa, quedan todos los boletos de apuesta en el suelo y vuelven al dominó. Entonces nunca paran de jugar. Eso lo encontré extraordinario, y son imágenes que te van a acompañar siempre, son cuerpos aparentemente comunes y corrientes, pero en realidad son únicos.
    Ahora en lo personal, en el punto de ambición, de pérdida y ganancia, siguiendo la metáfora de los jugadores de El Abanico, sería también eso, o sea, hacer una apuesta fuerte, no pierdes todo ni ganas todo, o tal vez no ganas ni pierdes nada, pero el punto es el juego. Estar al borde de perderlo todo o al borde de ganarlo todo, pero no es eso, sino que jugar.



    CITAS

    "La escritura como erosión.
    Desde el trazado de las calles que vienen a abrir otras vías hundidas por los ruidos, pero insuficientes para tanta cabeza que aparece anterior a fundaciones de vida, excluidas por nacimiento. nuevas fundaciones como llamado de atención para que los chilenos descansen sus espaldas en esas máquinas que alzarán en varios centímetros sus cerebros. Nos contaron que en esas fundaciones hubo vencedores y vencidos. Yo digo que eso es verdad a medias: hubo vencidos y muertos, nada más."
    (Lumpérica. Las Ediciones del Ornitorrinco, Santiago de Chile, 1983, P.123)

    "muge/r/apa y su mano se nutre final-mente el verde des-ata y
    maya se erige y vac/a-nal su forma."
    (L., p.142)
    "analiza la trama=dura de la piel: la mano prende y la fobia es/garra."
    (L., P. 143)



    "Después de Beckett, me surgió otra imagen:

    Es Chile, pensé.
    Chile entero y a pedazos en la enfermedad de este hombre; jirones de diarios, fragmentos de exterminio, sílabas de muerte, pausas de mentira, frases comerciales, nombres de difuntos. Es una honda crisis del lenguaje, una infección en la memoria, una desarticulación de todas las ideologías. Es una pena, pensé."
    (El Padre Mío. Francisco Zegers Editor, Santiago de Chile, 1989, p. 17)

    "El dinero que cae del cielo apetece el vacío de la ciudad y cada una de las retóricas del vacío para sembrar el vacío sobre los campos, ya vendidos, definitivamente ajenos. El dinero caído del cielo entra directo por los genitales y las voces ancianas se entregan a un adulterio desenfrenado(...) Lejos, en una casa abandonada a la fraternidad, entre un 7 y un 8 de abril, Diamela Eltit, asistida por su hermano mellizo, da a luz una niña. la niña sudaca irá a la venta".

    (El Cuarto Mundo. Planeta, Santiago de Chile, 1988, pp. 127,128)
     


    "Cualquier mal es menor que el mal de amor(...) me enamoro. Me arriesgo a perder mi calidad ciudadana. Ah, un día tú y yo habremos de llegar como enfermos hasta el gran cementerio del amor. Las montañas serán las carceleras".
    (El Infarto Del Alma. Junto a Fotos de Paz Errázuriz/ Francisco Zegers Editor, 1994, p. 33)

    Fui magna estrella, premier figura, iniciadora del espectáculo rojo y demonia.
    AMABA, QUERÍA, SUFRÍA UNA PENA DE AMOR LATINA.
    Y despojada del acto de fumar entregué en pago el cortaplumas, la pluma, el papel, la carta, la señal (...)
    te doy para siempre palabra de amor.
    LODO PARA LOS HEROES NACIONALES: COMBUSTIÓN INFINITA PARA ELLOS.
    (Por La Patria. Ediciones del Ornitorrinco, Santiago de Chile, 1986, p. 100-101)

    POR LA PATRIA
    hace todos los días que no te veo y sufro mucho y me revuelco mucho con el primero que encuentro. No encuentro cómo comunicarme contigo y por eso acudo a las palabras por si pudieras soslayar el analfabeto y actuar de alguna manera y eficaz. Porque cuando hace todos los días que no te veo, ya no te puedo disculpar de manera alguna, ni aunque te sangraran las rodillas, las narices y la boca de pedir perdón a mí, yo me abriría de nuevo para mostrarte abajo lo tupida que estoy. No me quejo de todo, porque te has perdido de cosas lindas aquí; el honor, el orgullo y el hábito que cada día nos apunten, como si de nosotros, por nosotros no más, estuviera de acabo el mundo. La maldad nuestra es ahora inconmensurable."
    (Por La Patria, Idem., p. 87)

    "DUERMO, sueño, miento mucho. Se ha desvanecido la forma pajaril. ¿Cuál forma se ha desvanecido? Me acompaña a todas partes un ojo escalofriante que obstaculiza el ejercicio de mi mano asalariada. Fui incapaz de penetrar un universo. Soy diestra sólo en parte, en la parte de una parte, veo apenas un agujero genitalizado de una parte. Una paga infernal me obliga a pensar en figuras sesgadas, plagadas de mutilaciones. Sueño, sangro mucho. Me han expulsado la poderosa forma pajaril y su amplio despliegue en la ciudad. Después de tanto esfuerzo he perdido el hilo razonable de los nombres y se han desbandado todas mis historias. Sangro, miento mucho. Calentada apenas por un vaso de vino, ahora, me pregunto: ¿En qué clase de derrumbe habré de sobrevivir a la crudeza de este invierno?"
    (Vaca Sagrada. Planeta, Buenos Aires, 1991, p. 11)

    "Mamá sale de pronto a la calle y me trae noticias impresionantes. La gente de la calle es impresionante. A mamá ciertas gentes la reconocen en la calle por la sutil mancha de leche que lleva sobre su pecho. Sobre su pecho. La leche de mamá tiene un secreto que yo debo vigilar. Ese secreto le provoca a mamá un estado malo. Malo. Mamá queda con el estado malo cuando ve cómo el hambre inunda las calles. Esa hambre la prende con una fuerza verdaderamente devastadora y a su cabeza entran las más peligrosas decisiones. Decisiones. Entra a la casa y deja en sus páginas la vergüenza que le provoca la salida. Caemos contra la pared en un movimiento que hiere mi cabeza de Ton Ton Ton To. Caemos y con la poca visión que poseo observo cómo mamá va a buscar un beneficio en sus páginas para olvidar el hambre de las calles. Ella deja ahí el poco ser que le queda."
    (Los Vigilantes. Editorial Sudamericana, 1994, p. 21)

    Juan Emar (Chile)

    CAVILACIONES   (Selección)

    Juan Emar.
     

    9.3.22
    Por cierto, en el curso de este libro, varias cosas serán tachadas de estrafalarias, y si se aceptan como sucedidas, de subnaturales. Para mí mismo nada fue así. Todo en esos tiempos me parecía completamente natural y hasta corriente por la muy sencilla razón de que cuanto vi y experimenté estaba en total acuerdo con mi estado de ánimo y respondía con toda exactitud a lo que yo buscaba en la vida y en la naturaleza. Tales cosas no han vuelto a sucederme y espero que nunca me sucederán, nuevamente; ellas tampoco se presentan al común de los hombres, así es que por ese lado debería haber sentido la anhelada sensación de vivir en otro mundo, un mundo sobrenatural, pero es el caso que fue tanta mi afinación con el lado de la vida en que así son las cosas, me coloqué tan justamente en un ángulo desde el cual los hechos no podrían haber sucedido de otro modo, que creo que lo sobrenatural habría sido que tales hechos no se hubieran producido. = Porque después de todo ¿a qué me esperaba al desear cosas sobrenaturales y prodigiosas? A que ante mis ojos se mostrara una vida totalmente diversa a la mía. Antes de avanzar caí en un espejismo debido a mi falta de experiencia, espejismo que no sólo aparece con la Magia (1) sino que también hace muchas víctimas, muchas más de las que generalmente se cree, en las Artes, en las letras, en las ciencias, en la política y hasta en las más incoloras profesiones liberales. Es un espejismo que burla a todos los hombres sin excepción, lo que me lleva a pensar que tal vez no existe aquél que pueda asegurar no haber pagado ningún tributo a Satanás, en el curso de su existencia.

    Casi no hay hombre que no desee o no haya deseado alguna vez otra vida que la suya (2). Las excepciones, se me rebatirá, son numerosísimas, pero esos hombres, que las forman ¿pueden llamarse hombres? Lo dudo francamente. Ellos forman un reino intermediario (3) entre el animal y el hominal, así es que de ellos no tengo por qué ocuparme. = Al desear así otra vida nos lleva la esperanza de la dicha que ciframos en esa nueva vida y esa dicha proviene del contraste entre la vida actual y la que suponemos ha de ser la otra. Un contraste produce una sensación y tanto mayor será ésta cuanto mayor es aquél. Es por eso que un hombre pobre si llega súbitamente a hacerse rico y se halla en medio de un palacio y piensa que ya no tendrá para qué trabajar, enloquece de alegría, al mismo tiempo que el que ha nacido rico y vive en el palacio y no trabaja, agoniza de hastío y se embrutece. Éste, habiendo sido siempre rico no tiene el punto de repair (4) necesario, no tiene el contraste y su vida es gris; aquél enloquece porque vive como rico pudiendo mirar esta vida desde su recién pasada pobreza. Así, será feliz mientras quede vívido el recuerdo y la vida misma de la miseria, pero a medida que se vaya habituando a su nuevo estado y el antiguo vaya pasando a la categoría de recuerdo pasivo, se irá aburriendo también hasta un momento en que en la riqueza no vea nada de extraordinario sino el único modo posible y existente de vivir. Desde ese momento fuerza le será empezar nuevamente a buscar en qué emplear sus horas, buscar un nuevo contraste que le remezca.
     

    10.3.22

    Todos los mirages (5) sea en las artes, ciencias, etc. son idénticos: mirar una situación futura desde una situación presente que difiere de ella totalmente. Así el contraste es mantenido, contraste que desaparecerá desde el momento en que esa situación futura sea la situación habitual, pues toda la novedad cesará. Desde la situación presente la otra, si apareciera de súbito, tendrá algo de inusitado, algo de imposible, en buenas cuentas trastornaría las leyes naturales y el hombre sería un prodigio. Tomo p. ej. un muchacho cualquiera que jamás haya pensado, pongamos en la pintura y que oye a un pintor. Le dirá éste:
     

    II El Arte - Diálogo.
    -"Para los ojos del artista las cosas no aparecen como para los ojos del profano. Donde este último no ve más que colores muertos, aquél ve hermosísimas armonías que le deleitan y que otro nunca advertirá. Y más aún: los colores tendrán expresión moral e intelectual. Para Ud. el color es un simple atributo de los cuerpos, un atributo muerto; para nosotros es un lenguaje claro, preciso de todas las pasiones, de todos los sentimientos y hasta de las ideas de los hombres. Ciertas armonías nos expresan la banalidad o la insuficiencia, otras la sobriedad o la desesperación o el equilibrio o un alma frívola o un espíritu ardiente, un hombre cobarde o un héroe. Todo un lenguaje basado en analogías sutiles jamás sospechado por un profano, percibimos claramente y con él nos entendemos, entre nosotros, con la misma facilidad con que ustedes se entienden al charlar alegremente. ¿Y la línea? Ud. cree que ella no es más que una necesidad para delimitar un objeto de otro; no, amigo mío. La línea es tan viva como Ud. y como yo. Hay líneas buenas, hay líneas malvadas, las hay nobles como las hay viles, en todo caso no las hay inexpresivas. Todas ellas son la expresión definida de un estado de ánimo o de una posibilidad humana. Y esta expresión no es razonada ni deducida sino que es espontánea, como algo que habla y que no escucha y comprende como su propio idioma.
    El joven -¡Estupendo!
    El pintor- (Sonríe compasivamente) ¿Qué es lo que Ud. encuentra estupendo?
    J- Vivir así, ¡Santo Dios! Ver cosas que nosotros no vemos, saber otro idioma que nosotros ignoramos, sentir revelaciones hondas en todo aquello que a nosotros nada nos dice.
    P- Es Ud. muy joven y demasiado poeta.
    J- Pero si me habla Ud. de cosas de otro mundo.
    P- ¿De otro mundo? Ud. divaga amigo mío. Cuanto le he dicho es de este mundo y tan de este mundo que, al menos a mí me parece, que ello no puede ser de otro modo y que está al alcance de todos los mortales.
    J- ¡Oh!
    P- Ver así, entiéndame Ud. Realizar una obra ya es otra cosa.
    J- Entonces, contésteme Ud. con sinceridad ¿podría yo p. ej. llegar alguna vez a ver esa otra existencia muda y viva que acompaña a la existencia muerta y ruidosa que ahora veo?
    P- Por supuesto.
    Un largo silencio. Ambos meditan: El joven, en la felicidad que ello será si se realiza; todo un mundo ignorado surgiendo como una aura de cuanto se halle al alcance de su vista. El pintor, en cualquier cosa.
    J- Maestro, ¿qué hay que hacer para alcanzar tamañas cumbres?
    P- Nada. Mirar. Observar. En fin, nada.
    J- ¿Hace falta estudiar la perspectiva?
    P- No mucha.
    J- Pero la anatomía, sí, ¿verdad?
    P- Si Ud. gusta.
    J- Maestro, ¿al cabo de cuánto tiempo cree Ud. que empezaré a ver esos colores y comprender lo que las líneas dicen?
    P- No amigo mío, no se trata de eso.
    J- En verdad, me desconcierta Ud.
    P- Es que, le repito, es Ud. demasiado niño aún. No piense más en ello, y en cambio tome el hábito de observar la naturaleza y ojalá también el hábito de convertir todas sus sensaciones y visiones a una forma plástica. (Despertando entusiasmado) ¡Oh! ¡Mire Ud.! |Eso es lo que hay que hacer. ¡Qué hermoso es! ¡Qué bien hace, la botella en el vaso, luego el tono de la mesa, mire Ud., con el vestón del señor! Y el fondo, no está mal. Un poco frío, pero se compone (6), hay algo en el conjunto y sobre todo en esos limones ¡qué calidad! Está bien, bien, bien. Cuando menos se piensa la naturaleza ofrece cosas hermosísimas. Es un Cézanne.
    El camarero coloca nuevas bebidas sobre la mesa y se lleva los limones.
    P- ¡Vaya un imbécil! Lo ha descompuesto todo. Se diría ahora una niña inglesa, una miss con anteojos. ¡Qué hacerle amigo mío! Así es la vida. La naturaleza es fugaz.
    El joven juzga prudente retirarse. Ya solo por las calles:

    -¡Oh, si pudiera ver yo tanta maravilla! Y pensar que ahora, en este instante hay bellezas ignotas a mi alrededor y fealdades impensables que cruzan por mis ojos sin que yo las perciba. ¡Y los limones! ¿Los ha visto mi amigo tal cual son, o ha visto en su sitio otra cosa, o ha visto los limones acompañados de otras cosas? ¿Las imagina, tales cosas, o las ve en realidad con los ojos? Los artistas son felices, viven otra vida y ven otro mundo; no como yo, como mis amigos y parientes que no vemos nada, que somos como ciegos en medio de la luz.
     

    11.3.22
    III El espejismo
    Diálogo: Para una persona que no vive un cierto modo dado de vida, si se le explica este modo, él toca el prodigio y hasta lo sobrenatural por la simple razón de que no habiendo armonía entre la persona y la forma de vida si esta forma se realizara en la persona sería una violación a las leyes que nos rigen. Esta violación aparecería prodigiosa; como un hombre sin el menor sentido artístico y sin ojo de pintor, viera de súbito como un artista, quedaría estupefacto; como si yo de un segundo a otro pudiera hablar una lengua que ignoro, etc. Y el mirage consiste en creer que uno va a llegar a un modo de vida (artes, ciencias, etc.) con el mismo estado de ánimo y siendo el mismo que es ahora es decir antes de llegar. Existe aquí pues una imposibilidad y esta imposibilidad fascina a los que no se detienen a pensar. Pues creen que lo que ahora sería prodigio, lo será también después. Después será el modo habitual y único posible de vida y ver esas armonías e interpretar esas líneas será tan natural como para todos es distinguir el rojo del verde y una línea recta de una quebrada.

    De todo esto se deduce: (1º) Que el prodigio reside en que un ser percibe algo de la vida sin estar totalmente afinado con ella, sin ser un instrumento receptor adecuado para registrar ese algo. 2º) Que él, siendo un ser hecho para comprender y sentir según su inteligencia y sensibilidad, comprende y siente lo natural para otra inteligencia y otra sensibilidad, quedando siempre el que era antes o al menos recordándolo con toda vivacidad. Es necesario que produzca el contraste en sí. Podría decirse que es casi un acto de transposición.
     

    IV Los vicios (7)
    He aquí la clave de los vicios. Sin duda en éstos entra en gran parte el hábito, sobre todo en vicios menores como el tabaco. Pero los estupefacientes obedecen todos, según creo, a ese hecho de los contrastes. El opio, la cocaína, el haschich y aún el alcohol realizan sobre quien se lo administra hasta cierto punto la sensación de prodigio que se avecina a lo sobrenatural, por el hecho que se vive por un cierto tiempo, se piensa, se siente, etc. como uno, personalmente, no está constituido para hacerlo. Uno vive una vida extraña a la de uno mismo y por eso uno á étonne (8) de sí mismo y por ende de cuanto le rodea. Esto es ayudado: a) Por el tránsito relativamente brusco del estado normal al de embriaguez; b) Por la corta duración de ésta; c) Porque el paso hacia la otra manera de vivir no es completo, es a medias, lo que hace posible la existencia del punto de répair. Es decir: Uno sigue siendo quien era y viviendo de otro modo: esa es la clave. Si uno pasara a ser de lleno y permanentemente el ser adecuado y preciso a este otro modo el prodigio cesaría y en el caso de los vicios sería la locura. Las delicias de una embriaguez están en razón directa del dominio que uno tenga para seguir siendo durante ella quien era antes de ella y entonces poder sentirse otro. Como también el dolor de un loco p. ej. estaría en esa misma razón directa.
    El hombre que es miserable, no lo es en buenas cuentas. Su miseria comienza desde el momento en que se siente miserable.

    Generalizando y por analogías: toda sensación, sea de goce o de dolor, proviene de un desdoblamiento. Dos vidas diferentes y la posibilidad del hombre de estar en ambas a la vez.
     

    La Locura - Antenas.
    14.3.22
    En este acto de transposición que todos, más o menos, tenemos la facultad de hacer, reside, creo, la sensación. La locura, he dicho, es una transposición completa o casi completa y permanente a una vida que no se afina, que no se ajusta a la persona que se transpone. Cuando sí se ajusta, es una sensación profunda, intensa y que llevada a su máximo es el éxtasis. El éxtasis es pues natural. Es la posibilidad máxima de la persona que se realiza en un momento dado, mientras que la locura es un hecho que en un desarrollo normal no habría tenido que aparecer. Y -¡ojo!- aquello que a un ser dado enloquece, aquello podría ser una etapa natural en el desarrollo de otro ser. Ello en uno produce [un] efecto disparatado por la falta de armonía; es algo que no está en su lugar. Es como el agua en la que vive el pez y en la que muere el hombre. Son pues esas dos vidas, la del hombre mismo y la que se presenta o se agrega. La primera no está preparada o no es adecuada para soportar la segunda. Generalmente, en tal caso, la primera pasa sin ser registrada por la segunda. Es entonces: O Satanás que no tiene imperio sobre el corazón puro o el maestro que pasa y que por su discípulo no es reconocido. Pero basta un punto de afinidad y el hombre percibe ese nuevo aspecto de vida. El hombre sensible es aquel que además de su vida propia, equilibrada, digamos central, tiene como quien diría mil antenas que registran mensajes que no son dirigidos precisamente a él, cuyo efecto siente mas que no siendo la afinidad completa, se ve en la necesidad de interpretar según él. De ahí una fuente de errores mas también una fuente de intuiciones superiores, 2 + 2 = 4: De ahí nuestro equilibrio, nuestro centro. Dios, el infinito, el absoluto... nuestro desequilibrio, algo percibido tal cual son. Entonces, ante tales ideas, sólo podemos constatar el resultado que dan mezcladas, pasadas a través de ciertas personalidades. En sí, se nos escapan = Hablo, por cierto, de la mayoría a la cual tengo el disgusto de pertenecer. No pongo en duda que haya seres para los cuales aquello que nosotros percibimos así, filtrado y coloreado por nuestra carne, aquello sea su ambiente natural. La ciencia concreta está totalmente afinada en el género humano. Podrá conocérsela o ignorársela. Ello no tiene importancia para la cuestión. Podrá el hombre gustar de ella o abominarla. Tampoco importa. Pero está en la línea absolutamente normal de nuestro desarrollo... de nuestro desarrollo -y entiéndase bien esto- si nosotros no fuésemos más que lo que aparentemente somos y si a nuestro alrededor no existiese más que lo que aceptamos por la estricta razón como existente. Por desgracia, no es así. Mil vidas, mil mundos, mil posibilidades giran a nuestro alrededor y nos acechan. Esas vidas, esos mundos, esas posibilidades son tan reales como lo que es nuestro. Mas cuando queremos encadenarlos, precisarlos y definirlos, se esfuman. Sin embargo, los hombres de espíritu creen en ellos con fe inexorable. El necio cree que se le mistifica. Carece de antenas. +Así el Arte. Para qué decir que así el Ocultismo (9) =¿ El Arte? se me preguntará. Respondo: -Sí señor, el Arte. -Discutamos aunque poco me gusta discutir:

    VI EL ARTE DE M.B.
    Monsieur Bourgeois -El arte lo comprendemos todos. La diferencia de gustos no es una razón. Hay quienes en las ciencias prefieren la química a la física. La potencia de comprensión artística no es tampoco una razón. Al asegurar que el arte es por todos comprendido no pienso decir que todos seamos igualmente dotados, sino que todos somos sensibles a lo bello.
    Así habla Monsieur Bourgeois.
    Yo -De acuerdo. Los hombres son sensibles a lo bello. Pero entendámosnos sobre esta palabra. En el sentido que Ud. la emplea, bello significa aquello que produce una sensación de agrado sea para el sentido de la vista o por el del oído. Para el artista bello significa lo mismo, lo mismo exactamente... más otra cosa. Pues bien, es esta otra cosa que el que no ha nacido artista no llegará jamás a comprender.
    M.B. -¿Y qué es tal cosa?
    Yo -Acabo de decirle que Ud. no la comprenderá jamás, como tampoco la comprenderá ningún otro M. Bourgeois.
    M.B. -Los hechos prueban lo contrario. Los museos están llenos, todo el mundo compra cuadros y estatuas y oye música y recita versos.
    Yo -50% (sic) de moda. El otro 50% (sic) es lo bello en el sentido por Ud. empleado. Puesto que todo el mundo lo siente en la naturaleza, no hay razón para que las obras de arte no hagan para ellos el papel de la naturaleza. Así es que creo en la sinceridad de los que visitan museos, compran cuadros, etc. pero todo un lado de las artes, su base misma, les queda oculta y no la perciben.
    M.B.- Insisto en mi pregunta ¿Qué es tal base? Siquiera defínamelo Ud. más o menos.
    Yo- Definirlo, jamás. No caeré yo, mi buen señor, en lo que ya tantos han caído: querer definir el arte, sus causas y su significado, con medios propios a definir lo que dependa únicamente de la razón, del raciocinio. En este sentido se llega, a lo más, a establecer ciertas leyes; ¡qué digo! ciertas reglas y aún estas reglas, aún la más sólidamente establecida, apenas quiera Ud. profundizarla, o sea traerla a algo absoluto se deshace, al menos que se parta del principio que hay que aceptar a priori con la razón, de que el hombre posea con su sensibilidad la facultad de discernir la verdad del error y lo bueno de lo malo, y que esta verdad y esta bondad no sean arbitrarias ni aún relativas sino que obedezcan a leyes tan fijas como existir puedan para la ciencia más exacta. Pero estas leyes obran en otra esfera que a la razón escapa y se expresan de un modo que desafía toda definición definitiva. El que no tiene su asiento de vida en dicha esfera, dudará siempre; el que allí lo tiene lo sabe con la certeza más absoluta. En fin, para explicarle a Ud. siquiera más o menos, sólo puedo decirle lo que sigue: Para el profano una obra maestra es sólo bella; para el artista ella tiene además un significado y él es que la obra se ha convertido en la expresión material justa de un estado superior al del hombre actual, un estado al cual se ambicionaría alcanzar y que desde el momento que ha sido materializado y detenido se convierte en una posibilidad, en una tierra prometida. Ahora bien, cuando el artista reconoce en una obra la expresión anticipada de una posibilidad superior futura, siente una sensación de plenitud, de grandeza y bienestar que traduce con la palabra: Belleza. Y al profano, al gustar de una obra porque ella le acaricia y halaga sus sentidos, dice también: Belleza. Pero en éste tal palabra traduce todo cuanto ha sentido; en aquel expresa la última sensación de todo un proceso, más o menos consciente en él, nacido de lo más hondo de su ser y que ha producido como último efecto una bella sensación (10).

    17.3.22
    El estupor de M.B. es indescriptible. Me dice:
    -Ud. señor, me cuenta puras historias. He hablado, durante mi vida con muchos artistas; ninguno me ha dicho semejantes cosas.
    Yo- De acuerdo. El noventa por ciento de los artistas dirán de todo eso que es literatura, en todo caso que no les interesa en lo más mínimo. Pero yo puedo avanzarle a Ud. que la opinión de los artistas a este respecto no tiene la menor importancia. El que un hombre sea inconsciente del proceso que en él se elabora no niega la existencia de dicho proceso; el que un hombre ignore el sitio que él ocupa en el Universo no niega el hecho de ocupar un sitio. Ud. mismo, M.B., piensa y siente ¿no es verdad? ¿Puede Ud. decirme qué es el pensamiento y qué la sensación y cuáles las leyes que ambos rigen? Los hombres hacen la vida inconscientemente. ¿Qué le extraña a Ud. que así hagan las artes? Vaya Ud. a decirle a un joven esposo iletrado lo que es en verdad esa ley imperiosa de la atracción de los sexos, luego el proceso de la fecundación, luego todo el misterio oscuro y estupendo que es el nacimiento de un niño. -"Señor, le responderá cortésmente pero con no poca impaciencia, márchese Ud. a otro sitio con sus ideas trascendentales. Yo me contento con amar a mi dulce esposa y aunque ignorante y frívolo, sabré, pierda Ud. cuidado, sabré cómo avenírmelas para hacerme heredero..." Ahora yo voy a suponer por un instante, confiando en su buen carácter de Ud., que sea Ud. impotente. El joven esposo, apenas cierre Ud. la puerta, pensará con su cierta ironía: "Vamos pedante sabio. Mucho sabrás y mucho predicarás, mas quisiera verte en mi sitio y luego te preguntaría de qué te ha servido tu inconmensurable saber..." Y mofándose de Ud. fabricará un chico sin esfuerzo y con placer.
    ¿Por qué esta aparente anomalía? Porque el joven esposo es un aparato a propósito para la reproducción y como tal la naturaleza se sirve de él sin consultar sus opiniones o conocimientos y Ud. M.B. es un aparato a propósito para interpretar a los otros y nada más.

    M.B. que es hombre de "esprit" no se molesta pues sabe que yo hago hipótesis sólo para aclarar las ideas que discutimos.
     

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    Además puedo asegurarle a Ud. que todos los artistas sienten más o menos cuanto le he dicho. No me interrumpa, amigo mío. Sé qué va Ud. a decirme y para rebatirle tal idea le recordaré que al lado de cada artista, en el verdadero sentido de esta palabra, hay cien o doscientos charlatanes del arte, como al lado de cada sabio los hay de la ciencia, como al lado de cada iniciado los hay del ocultismo. Mas no me refiero a los charlatanes. Me refiero a los hombres que han consagrado su vida a un ideal con sinceridad no desmentida, con voluntad de hierro, con el corazón sereno. ¿Qué no pueden formular lo que sienten? ¿Qué importa? No es ese el oficio de ellos. El oficio de ellos es tener el don de afinarse con el mundo de la sensibilidad y luego encontrar en los materiales que emplean el rapport (11) exacto de ese mundo con el mundo de esos materiales. Saber hacer un sistema preciso de este fenómeno sería en el artista un hijo, un agregado, muy digno, muy interesante, pero que no agrega ni quita ni un ápice a la obra que ejecuta. Pero por una analogía lógica mientras más fuerte es el artista, mientras con más intensidad se afina con una esfera superior, mayor es el desarrollo de su conciencia y más va comprendiendo que él es un portavoz de un mundo superior sobre la Tierra, que él es un encargado de mostrar a sus semejantes que no todo es miseria aquí abajo, que hay algo que venerar. Ellos saben que trabajan con algo respetable y que son por lo tanto dignos de respeto. Eso, M.B., no lo comprenderá Ud. jamás. El artista eleva fácilmente su arte a la altura de un Dios, a la altura de esas cosas que doblan las rodillas y el alma. Y el que ha pactado con ese Dios... amigo mío, créame Ud. que es cuestión de vida o muerte. Ser o no ser. ¿Se imagina Ud. M.B. que tales cosas se producirían si en el arte no existiese más que la intención de acariciar los sentidos de los hombres, como puede hacerlo un buen plato, un perfume delicioso y aún dentro de las artes mismas, mejor dicho en sus extramuros, como puede hacerlo una silueta bonita, una música agradable? No habría relación entre la causa y el efecto. Y esto equivaldría a decir que el mundo es desordenado y caótico. Y esto, no lo crea Ud. M.B. Nosotros nos equivocamos muy a menudo. El mundo está bien ordenado y es muy sabio, a pesar de los hombres descontentos.

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    ¡Oh sí, M.B.! El Arte es la representación de una parte de nosotros mismos y de la naturaleza que es tan cierta, tan segura como cualquiera otra parte. Ella ofrece un aspecto más cambiante que otras partes... De acuerdo. Pero esto se debe a que nuestra conciencia se afina a ella más débilmente, se afina no directamente sino con sus antenas. Así pues su mayor o menor precisión se debe no a su falta de certeza y verdad sino a la distancia mayor o menor a que de ella se halle cada hombre. El mundo del cual las artes son el símbolo es un mundo seguro que los artistas se afinan e interpretan y al cual se unen afinando, aguzando su sensibilidad. Entonces de ese mundo caen, se desprenden, como gotas, imágenes. En su caída se deforman. Aquel que las recibe más puras es aquel que Ud. oirá designar como un hombre de mucho talento. Y los demás, aunque sin recibir imágenes, saben la existencia de ese mundo y reconocen su imagen. Los demás artistas, bien entendido. Más de media humanidad no reconocerá ni sabrá nunca nada de este singular fenómeno.

    ¿Definirlo? ¡Jamás! Se lo he dicho a Ud. A mí me gusta muchísimo hablar de Arte, decir cuanto se quiere de él, pero no encauzarlo en fórmulas precisas. ¿Qué entiendo por tales? Una fórmula que en manos de un hombre desprovisto de sentimiento artístico, sin darle este sentimiento, le permite o discernir entre las obras o crear nuevas con el solo hecho de aplicarla. Estas fórmulas existen en las ciencias. Cada cual con la fórmula correspondiente puede descomponer un cuerpo compuesto o hacer cualquier experimento o resolver cualquier problema. Por cierto que en las ciencias también a medida que vaya Ud. pasando de lo concreto a lo abstracto la fórmula va perdiendo su poder y lo que ella así pierde hay que irlo reemplazando por una facultad especial del individuo. El que carezca de esta facultad se sentirá entonces avanzando hacia el vacío. Estas fórmulas existen en la vida diaria. Un hombre normal que no conozca una ciudad puede ir de un punto a otro si se le explica debidamente el camino a seguir. Porque las fórmulas: tuerza Ud. a la izquierda, atraviese la plaza X, llame a la puerta número tanto corresponden exactamente a un hecho dado, reaccionan en igual forma en cualquier individuo. Están a nosotros totalmente afinadas. Mas en el fondo el fenómeno singular subsiste del mismo modo. Pues para que un hombre comprenda esas indicaciones es menester que tenga en sí el hilo de lo que ello en verdad significa y ese hilo es la adaptación exacta del mundo en que se procede ( el ir de un x a otro) y del símbolo con que se expresa (Las indicaciones dadas) Y el hombre debe poseer la comprensión de ese mundo y de esos símbolos igual a todos los demás hombres y en la medida justa del propósito que realiza y adaptadas al hecho a realizar. Se parte de un don, de una facultad que ya existe. Estas fórmulas no existen en las artes. Me dirá Ud. que las hay por miles (Taine, [ilegible en el original], etc.) Las hay y ellas podrán ser muy útiles para el que ya tiene el sentimiento artístico. Pero para aquel que no lo tiene, aquel que carece del hilo lo que equivaldría en el ej. anterior a reemplazar al hombre de las indicaciones por un ser que careciera de la concepción de torcer, de distinguir, de discernir dos lados (izq. y der.) etc. para aquel esas fórmulas son... tiempo perdido. Protesta Ud. Sé por qué protesta Ud. Voy a explicárselo a Ud.: El encanto y la perfecta comprensión que puede tener un ser dado sobre una o más filosofías del arte y que carezca del sentimiento o comprensión de arte es un hecho que no pretendo poner en duda. Pero hay una nuance (12) que no es de despreciar. Para tal ser esa filosofía de arte es un organismo completo, vivo, que él comprende por razonamientos y que une al arte por analogías más o menos sutiles.
      
     

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    Pero nunca encontrará el ajuste exacto entre esa filosofía y el arte, el canal por donde ha decoulé (13) esa filosofía que se constituye para él en organismo aparte del otro organismo mayor que es el arte. Y entonces ese hombre ante una obra de arte no sabrá cómo ni por dónde aplicar su filosofía y si se esfuerza a hacerlo le será necesaria toda una serie de raciocinios que no fallando en nada como tales pueden ser totalmente falsos porque se le ha escapado el punto preciso de donde partir. El artista en cambio ve de un golpe y siente la relación, mejor dicho la relación se establece en él y luego después podrá deducir o no. El otro se ve obligado a hacer el camino a la inversa.

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    Por eso le aconsejo a Ud. M.B. que no lea muchas filosofías del arte. Quedará Ud. siempre fuera del arte aunque esté dentro de la filosofía... Mientras no tenga Ud. ese don, esa facultad que existe en ciertos individuos, será así. Y como Ud. no la tiene... Allí reside la dificultad de definir, en la dificultad de traducir, de transmutar. Y yo me pregunto: ¿a qué traducir? Este afán debe tener su causa también, no lo dudo, pero la ignoro. Por mi parte, le aseguro a Ud. que creo en la posibilidad de toda una vida coherente y firme, y vida colectiva en la que los individuos se entiendan perfectamente, sin base de razonamiento. Mas por desgracia desde que ven la posibilidad de transmutación los hombres pierden la cabeza. Quieren hacerla acto continuo, desde el sitio en donde se hallan, sitio de separatividad, en vez de tratar de remontarse ellos a la Unidad, a aquella unidad desde la cual razón y sensibilidad no son más que dos riachuelos que de ella (décontent) límpidamente. Mientras permanezcan en los riachuelos sólo serán puntos de contacto, de similitud pero se verán obligados a estar en uno o en otro. Por lo demás terminemos estas disertaciones M.B. puesto que para aquel hombre cuyas antenas no registran el mensaje del arte, todo es inútil. ¿Qué le asusta a Ud.? ¡M.B. Ud. dirá cuánto quiera pero a pesar de su tranquila vida en medio de objetos tangibles, el hombre, se lo afirmo, el hombre sí, posee antenas!
    (Aquí reconozco haber obrado de mala manera, pues no le di a mi buen amigo una explicación previa de lo que yo entendía por antenas. Por eso M.B. tomándose de un pretexto cualquiera quiso partir. Tuve que recurrir a mil astucias para retenerle. De todos modos su acto bosquejado me encolerizó. Le dije entonces con voz sonora:)
    -Me toma Ud. por un loco, por un ebrio, por un demente... Está muy bien, pero querido, queridísimo amigo, ¿cómo va a negarme Ud. la existencia de las antenas cuando sólo hace un minuto ha deseado Ud. coger su sombrero y marcharse? Déjeme Ud. explicarme: sus antenas acaban de registrar un mensaje nefasto y Ud. se ha dispuesto a huir. El mensaje decía: Todas estas disertaciones son destructivas, mortales si se convierten en semillas posibles de fructificar en el cerebro de M.B. Todo M.B. debe evitarlas si desea seguir en su existencia feliz. Todo M.B. debe escaparse apenas sus antenas le anuncien el peligro. He ahí el mensaje, mas no se marchará Ud. pues aquí tengo entre mis manos su sombrero que no se lo he de dar tan fácilmente. Por el contrario, seguiré disertando. = M.B. escuche Ud.: si todo aquello pasa en el mundo de las artes, si para comprenderle hay que hallarse previamente en un punto dado fuera del cual nada se percibe y hay que tener el extremo de un hilo único pues cualquier otro conduce a otras mundos aunque lo pinte Ud. con cien colores artísticos, todo aquello pasa también y con más intransigencia en el mundo del ocultismo. Cuestión peor también y cuestión absoluta, fatal, de hilo y punto. Por ejemplo en la magia...
    (Las antenas de M.B. anuncian cataclismo. Una lucha cruenta se entabló entre nosotros por la posesión del sombrero. M.B. me lo arrebató por fin, se lo puso y se marchó...)

    VII -EL. YO -
    Entonces quedé solo y solo tuve que seguir cavilando. Ah sí! Ese es el problema. ¿Tiene él gran importancia o no? Ser consciente de lo que se hace o no serlo, saber colocar en su valor aquello sobre lo cual se es consciente o no saber colocarlo... Creo que toda nuestra vida, su oculto significado, podría reducirse a esta síntesis: un ser que exista; luego un desdoblamiento; una parte (la conciencia) que se vaya separando y dándose cuenta de la otra y así como vaya desprendiéndose así vaya conociendo.

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    Y mientras más pueda alejar las partes que separa de su conciencia para observarlas, con mayor claridad las percibirá y ellas irán convirtiéndose en útiles sensibles, en antenas finas que podrán darle mensajes de más en más nítidos. Su conciencia las usará como útiles de precisión. Y así podrá a la vez conocer el mundo pues cada antena corresponderá en pequeño a una parte del mundo.
    Un proceso curioso se producirá, proceso infinito. He aquí el hombre. Se dice: Yo (es su conciencia) He aquí mis pensamientos o lo que sea. Es la parte separada. Y helo contento. Cree estar en pleno Yo y que su trabajo podrá reducirse a un estudio más minucioso de lo separado, llamémoslo el no-yo. Pero apenas insista en su trabajo verá que aún su conciencia, su Yo no estaba pleno y que de él mismo, de lo que él tomaba como última expresión del Yo, se desprende poco a poco una corteza frágil que pasa a su vez a convertirse en no-yo. Oh sí... el Yo es infinito, casi infinito, diré más propiamente. Se cree estar en él y aún no es él. De él se irradian couches (14) y no couches mientras la conciencia profundiza. Esta marcha ¿dónde termina? Y pienso cuantos hombres hay satisfechos fortificados en su Yo... A la primera corteza desprendida se han exclamado: ¡Heme aquí! La paz sea con ellos.
    [En total VII el progreso verdadero, "blanco" según el ocultismo, según camino a la iniciación] Como tal es duro, necesita del total de la voluntad humana. Como tal es Ley y hay que obedecerle. De estos dos puntos (dureza y obediencia) el hombre engaña y viene el simulacro de progreso o progreso falso, negro.

    NOTAS
    1. La alusión a la magia dice relación con extensos y fragmentarios pasajes del manuscrito en los cuales el narrador se refiere al problema del mal, a la magia negra y a la magia blanca: "Luego la Magia Negra no existe en el universo como un complemento necesario de la Magia Blanca o justa y verdadera interpretación de los designios de la Divinidad, sino que sólo en la mente de sus practicantes. Muy bien, pero ¿los hechos? Se producen, por cierto, fuera del hombre. Son ese Error mental (de interpretación) pasando de potencia a acto y aquí entonces: El error se mantiene cuanto tiempo se quiera mientras sólo sea proclamado; mientras se vaya viviendo según él. En este período caben esos hechos, todos los de magia negra. Para nosotros pueden parecernos totalmente reales como otro universo à coté del Bien pero en verdad no es sino el hecho de ir acercando esa interpretación a la ola indiferente, luego sólo una ilusión de realidad completa; cuando se quiere avanzar más, hacer calzar la interpretación en lo interpretado o sea substituir la Magia Negra al orden universal, o hacer un verdadero universo de mal complementario del único existente, entonces es el momento en que es pulverizado por la ola indiferente. De ahí: un punto en que los Magos Negros no pueden seguir a los Blancos; de ahí que para los primeros la última sabiduría les esté negada. // Pero repito: para nosotros hombres limitados que con nuestro ojo sólo abarcamos un pequeño trecho del Todo, la Magia Negra y el mal nos aparecen y obran en nosotros en ese breve espacio de la Vida como si fuesen tan potentes y tan reales como la Magia Blanca y el Bien (...) Pero de nuevo heme partido hacia temas trascendentales y aun tengo que seguir en ellos sin poder tocar las pequeñas experiencias que me han hecho tomar la pluma." En relación a este punto, conviene destacar que el narrador intenta conectar dichas experiencias trascendentales con su pasado; sin embargo, la escritura de Cavilaciones aparece llena de lagunas, a lo que se suma la desarticulación y la fragmentación del manuscrito, que impiden trazar una línea de coherencia en su interior.
    2. Lorenzo Angol, Rosendo Paine y Onofre Borneo discuten respecto de la constante aspiración de los hombres a ser diferentes: "Ser de otro modo... Pero si este ha sido el problema de siempre y el problema que seguirá hasta el fin de los siglos. Todos nuestros esfuerzos -y con ellos nuestros sinsabores y alegrías- no están encaminados más que a eso, son exclusivamente para ver si, al fin, se va a lograr ser de otro modo.// Todo el hombre es esta historia: QUERER SER DE OTRO MODO." (Emar, Juan Umbral. Primer Pilar. El Globo de Cristal. Buenos Aires, Editorial Carlos Lohlé, 1977. p. 142) Por otra parte, el Ocultismo afirma que la evolución del hombre debe estar animada por el anhelo de ser diferente: "(...) debemos comprender que en el camino del desenvolvimiento el hombre debe tornarse un ser diferente y debemos estudiar y concebir de qué modo y en qué dirección debe convertirse el hombre en un ser diferente; es decir, qué significa un ser diferente." (Ouspensky, P.D. Psicología de la Posible Evolución del Hombre. Buenos Aires, Editorial Hachette, 1958. p. 13.)
    3. En Umbral, Onofre Borneo, reflexionando sobre las Cavilaciones de Lorenzo Angol, propone una escala de evolución de la naturaleza en el cosmos. "Entre el reino animal y el reino hominal existe uno intermedio, en el cual habitan hombres de un nivel inferior, y cada uno de ellos se encuentra separado por una tela tenue y frágil. "(...) De igual modo, un hombre intermedio comprenderá del hombre propiamente dicho, sólo los gestos o palabras o lo que sea, que también sean propios a su reino. Comprenderá que este último se afane, busque el triunfo, llore el fracaso, ame la belleza, ensalce la bondad, olvide cuanto le rodea tras un problema que lo intriga. Mas no comprenderá nunca el sentido íntimo de todos esos seres móviles, no comprenderá que ellos formen otro modo de vivir y que ellos formen otro modo de vivir y que ellos sean otra vida en el más alto significado de tales palabras." (Emar, Juan. Umbral. Original, p. 35-68.)
    4. Del francés, marca, punto de referencia.
    5. Del francés, espejismo.
    6. En las Notas de Arte, aparecidas en La Nación entre el cuatro de diciembre de 1923 y el dos de agosto de 1925, así como también en los dieciséis artículos previos sobre pintura y escultura, Emar destaca el valor de los principios constructivos que deben animar la creación artística. Hecho que manifiesta el interés del autor por los postulados que están en la base del Cubismo y el Creacionismo. Por otro lado, en Miltín 1934 encontramos una excelente síntesis de las propuestas vanguardistas de Juan Emar cuando él mantiene una conversación con Rubén de Loa. (Cf. Emar, Juan. Miltín 1934. Santiago de Chile, Editorial Zig-Zag, 1935. pp. 200-239.)
    7. A lo largo de la obra de Juan Emar podemos encontrar variadas referencias a sustancias que permiten ampliar los niveles de percepción de la realidad (Vid. El Vicio del Alcohol, Maldito Gato y Umbral). Sin embargo, es en Umbral donde Romualdo Malvilla expone el sentido que tiene la ingestión del alcohol: "El alcohol sintetiza un cierto orden de cosas; lo sintetiza embrionariamente; por lo tanto contrario a lo establecido. Sí; el alcohol sintetiza algo que resumirá el estado futuro del hombre. Beber es anticiparse." (Umbral. Dintel. Original, p. 4025) No obstante, la anticipación provoca en él la desesperación, por lo que tiene que recurrir al opio para atenuarla: "¡El opio me salvó! La turbulencia interior pasó. Yo miraba extrañado a ese otro ser que se enfada por cosas que no merecían prestarle atención alguna. Comprendí, por cierto, que no eran las cosas en sí las que causaban esos enojos míos; era el alcohol y nada más que el alcohol... Fumé. Vi el mundo de otro modo. Terminaron esos alborotos; cesó la turbulencia con mi vida venidera dentro de ella, mi vida que se revolcaba, que se lanzaba dichosa hacia una quimera y luego caía y caía y se sumergía en el estiércol. Mi vida ahora era. ¿Comprendéis lo que esto significa?: ERA. Una vida es y, a su lado, no hay conflicto, no hay obsesiones, no hay una nubecilla... Porque ella ES. Y que sea o no sea... ¿Qué importancia tiene? ¡Ninguna, ninguna! Pues la importancia no debe, no debe jamás ser colocada en esta vida. ¿Os extraña esto que os digo? Nuestra vida..., un accidente..., unos pocos minutos que han de transcurrir... Nuestra vida es otra, es ésta, la grande, la completa, la plenitud..."(Ibid. p.4033) Malvilla, finalmente, describe la experiencia con las drogas como una forma de ver de otra manera, de atisbar el sentido de lo desconocido; pero reconoce que es sólo una ilusión.
    8. Del francés, asombrar, sorprender.
    9. En otros fragmentos de Cavilaciones también se compara la actividad del artista con la del ocultista, en relación a las posibilidades que cada uno tiene para conectarse con realidades superiores. Refiriéndose a la imaginación, esta analogía cobra fuerza: "He dicho ahora: que todos los hombres presienten o vislumbran lo que está inmediatamente encima de ellos o mucho más allá.// La imaginación no es otra cosa. La transposición de lo imaginado en una obra de arte no es sino ir hasta el centro del mundo superior. Verlo debidamente. El artista va inconscientemente y por ráfagas (que llama inspiración) pero va sin abandonar el mundo más inferior en el cual habitualmente vive y donde él, como hombre, tiene su centro. Es una incursión. De ello se deduce: 1) Su visión inconsciente de ese mundo, que no puede poner en valor (filosóficamente hablando) y aún se duda de haber subido. Inconvenientes. -2) Su posibilidad de hacer la transposición del mundo superior al suyo, puesto que el superior lo ha visto desde su centro o sea debidamente y que sigue él en el inferior unido a sus materiales. Ventaja.- El iniciado sube a los mundos superiores dejando el mundo en que se hallaba y sube a permanencia. Inconvenientes y ventajas contrarias: valor filosófico, permanencia estable, comprensión, etc.; carencia de cualidades de transposición estética."
    10. A lo largo del texto se aprecia la constante oposición que establece el narrador entre los hombres: los que dudan y los que no dudan; los que aceptan la realidad positiva y los que quieren elevarse a los mundos superiores, etc. Estas oposiciones parecen sintetizarse en un pasaje del manuscrito en el que el narrador se refiere a la posibilidad de una clasificación general de los hombres: "Mirando el común de los hombres, pueden ser divididos en dos grupos: 1) Los que al presentir se interesan. 2) Los que al presentir se desinteresan. Los primeros: los ocultistas, artistas, visionarios, los hombres tenebrosos, los malvados como los poetas, los supersticiosos como los clarividentes. Los segundos: Los positivistas, materialistas, los hombres de negocio y los burgueses."
    11. Del francés, afinidad, analogía.
    12. Del francés, matiz.
    13. Del francés, manar, fluir.
    14. Del francés, registros.